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Mujeres y el deporte

  • revistalabotera
  • 21 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 15 jul 2020

El propósito de este artículo es proponer líneas de reflexión, sobre las prácticas deportivas en general y el canotaje en particular; en este hoy instituido, como consecuencia de un proceso dinámico donde confluyen formas de vida, creencias y valores; que se han transformado para dar lugar a otras construcciones sociales que sustentan sentidos y significados de prácticas diversos.


La génesis del deporte está relacionada con los hombres y su exclusiva participación en los primeros Juegos Olímpicos. Las desigualdades de género son visibles en el caso de los deportes e inversamente proporcional al momento de hablar de la democratización de sus prácticas, las que movilizan multitudes y emociones pero además reflejan reclamos y problemáticas sociales en cada época.

En Argentina, las representaciones olímpicas estuvieron conformadas por varones hasta Berlín 1936, cuando se integró la nadadora Jeanette Campbell, quién logró una medalla de plata en su debut.

La práctica y desarrollo del canotaje en nuestro país como deporte, tiene representatividad a través de una competencia que perdura en nuestros días y es la Regata Internacional del Río Negro, organizada por el Club Náutico La Ribera de Viedma y que tuvo su primer edición en 1965. El deporte se difunde en su faz competitiva en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones, Córdoba, Tucumán, Salta, Mendoza, San Juan, Neuquén, Chubut, entre otras.

Mientras que una agrupación de instituciones dieron origen inicialmente a la Comisión de Regatas de Canotaje de Tigre y más tarde a la Federación Argentina de Canoas (1971).


En Tigre, CADECA (Club Argentino de Canotaje) fue uno de los primeros clubes precursores que le dio espacio a las mujeres para iniciarse en este deporte.

De igual forma, en Viedma, en inicios de la década del 80, y a partir de los primeros cursos de canotaje desarrollados en la Escuela Provincial de Náutica Santiago Jorge Bynon, se marcó el inicio de las primeras paladas en el Río Negro en botes tripulados por mujeres.

De esta manera la presencia femenina en el canotaje también se comenzaba a visibilizar en otros clubes; como el Club Regatas La Marina, Club San Fernando, Club Hispano Argentino, entre otros.

Esas primeras intervenciones de mujeres en el canotaje; de iniciación y recreativo en un principio y; posteriormente en el plano competitivo -observándose desde una mirada crítica y compleja-; fue dándose a través de un transitar, arduo y sinuoso.

Comenzar con las prácticas del canotaje en esos tiempos venía adosado a estereotipos de género concebidas en ideas sobre el cuerpo femenino, además que el deporte en el siglo pasado no era considerado una opción de práctica para las mujeres. Este aspecto era un punto que marcaba la delgada línea roja entre la posibilidad de elección de practicar canotaje y que aquellas quienes desearan pudieran hacerlo.

”Es un deporte de hombres y les crecerán las espaldas”. Ese mensaje determinaba el límite de accesibilidad para muchas niñas que veían imposibilitados sus deseos de subirse a un kayak, en tanto los entornos familiares consideraban no conveniente para la “femeneidad”, su opción de práctica.

Por otra parte, los clubes náuticos en Tigre contaban con gimnasios a los que en general no podían acceder las palistas, debido a barreras arquitectónicas, con espacios muy delimitados de paso de varones y mujeres.

Los pabellones de hombres que alojaban el espacio físico donde se instalaban las pesas y los vestuarios constituían “barreras” que demarcaban el límite de acceso a las mujeres. Correr también significaba tener que escuchar frases habituales como “vayan a lavar los platos” entre otras tantos mensajes naturalizados. Versiones diferentes -ciertas veces manifiestas y otras de formas latentes-, de discriminación de género, en su máxima expresión.

Repensarnos con la deconstrucción de resabios de esa historia de limitaciones que aún persisten, nos permite el reconocimiento, y el punto de observación clara, que se han derribado algunos muros de desigualdad en estos años, pero no todos.


Las remadas continuarán y las reconfiguraciones del deporte y el canotaje de las mujeres también…

Por Lic. Ana Margarita Navarro

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